Mi novio me regaló a Lizzie, mi potra, cuando todavía no había cumplido los 2 años. Él la compró porque sabía que yo tenía el sueño, por fín a punto de cumplirse, de abrir un Centro de Psicoterapia Asistida por Equinos y quiso poner el primer granito de arena. Lo que no se paró a pensar fue que había que entrenarla y que yo sabía montar, pero no tenía ninguna experiencia domando caballos.
Lo primero que hice fue apuntarme a un curso de Doma Natural con Lucy Rees, que en mi opinión fue estupendo, de hecho repetí, pero el problema es que durante el mismo todo parece muy fácil y cuando llegas a casa, te pones frente a tu caballo y..., esa es otra historia. Eso sí, por algún sitio hay que empezar.
Yo entiendo la Doma Natural como una filosofía de vida, una forma de acercamiento al caballo en la que debes demostrarle que si te "sigue" estará a salvo, por lo tanto lo primero que se debe trabajar es la confianza. Yo entendí esto desde el principio, eso sí, ponerlo en práctica me ha llevado mucho más tiempo. Otra cosa importante es hacer que el trabajo sea divertido para ellos, quizás me equivoco pero no creo que ningún caballo vea el ser dado cuerda con mucha excitación, sin embargo, si mientras le das cuerda recorréis un circuito y trotas con él, después frenas en seco. Puede se más divertido ¿o no?
En mi caso, siempre tengo en cuenta sus necesidades y si un día no le apetece trabajar no trabaja, sobretodo sabiendo que es una yegua que está siempre bastante dispuesta. Mientras entrenamos, Lizzie siempre me mide y prueba a hacer lo que ella quiere, cosa que casi siempre conseguía, aunque hoy en día puedo decir que me suelo adelantar a todos sus retos y ella me respeta mucho más por ello.
En fín, ahora Lizzie tiene 5 años, estoy empezando a montarla, y creo que me está empezando a ver como a su líder (esto no lo digo muy alto todavía). He pasado momentos de todo tipo, la mayoría felices, pero también de desolación, llegando a pensar en dejarlo todo. No obstante, tras estos años de experiencia, no sólo he aprendido la base para entrenar caballos, sino también a superar obstáculos y bloqueos incluso en mi vida ordinaria. Hoy puedo decir que tengo mucha más confianza en mí misma y que miro a la vida como una aventura con muchas subidas y bajadas, pero que tienen que ser vividas.